Las visitas son constantes. El registro incluye a Cristina y a Néstor Kirchner. Y al gobernador Daniel Scioli además de su jefe, Alberto Fer...
Las visitas son constantes. El registro incluye a Cristina y a Néstor Kirchner. Y al gobernador Daniel Scioli además de su jefe, Alberto Fernández, más de una vez, junto con socialistas de otras tendencias y dirigentes de otros partidos. El viernes, bajo la tormenta, lo hizo la arista Fabiana Ríos, la gobernadora de Tierra del Fuego. Todos con él y por él. El es Jorge Rivas hoy es el vicejefe del gabinete de ministros de Cristina Fernández de Kirchner, además de diputado electo por la lista oficialista bonaerense en los comicios del 28 de octubre pasado, además de ser el mayor nexo que tenia el Fabiana con el gobierno nacional hasta su internación luego del asalto sufrido.
Las que siguen a continuación son sus primeras declaraciones periodísticas desde aquella fatídica madrugada del 13 de noviembre, cuando fue asaltado y golpeado en la puerta de una farmacia cerca de su casa, en Temperley. Del otro lado de la cama de la concurrida habitación 320 del Instituto FLENI, en Escobar, el cronista va registrando lo que Rivas dice.
La tarea empezó así...
-¿La primera letra está acá?-, pregunta Sandra. Rivas asiente. Ella, después de otras, señala la E, él aprueba. Todo hasta componer esta frase:
-Es época de tolerancia y perseverancia, quien no entiende la época no entiende este tiempo...
-Qué ecuménico-, chicanea el cronista, que sabe del sentido del humor de su entrevistado. -Hermes Binner reparará sólo en la tolerancia y Néstor Kirchner en la perseverancia-, se le dice, en referencia al gobernador de Santa Fe y al ex presidente de la Nación.
Rivas ríe con una risa que parece de dolor y seguramente lo es porque una sonda lo molesta aunque no impide el diálogo.
Dos de sus grandes amigos están afuera de la habitación: el ex diputado Oscar González, secretario general del Partido Socialista, y Jorge Tula, un intelectual asesor del recordado Alfredo Bravo, aquel dirigente y legislador socialista, maestro temperamental a quien Rivas solía hacer bufar con alguna travesura.
Rivas está al tanto de lo que pasa porque lee los diarios y además por el propio González. En sus visitas, Tula le lee libros como "La crisis de la democracia", del italiano Mario Tronti. Es palpable el clima de serena alegría que flota en la habitación y trasciende por pasillos y ventanas que dan a un parque verde con árboles que parecen sonreír.
Un contagioso espectáculo de la vida. Lo contrario de aquella madrugada cuando Rivas por el golpe en su cabeza quedó tieso en la vereda. Lo contrario de cuando quedó solo bajo una intensa tormenta que en ese momento se desató. Cuando, abandonado, la Policía lo levantó y arrojó como a un muerto sobre una camioneta. Y cuando estuvo varias horas como un anónimo (le habían robado los documentos) en un hospital público donde lo rescataron de la muerte.
Ese hombre que hoy está allí en ese centro de salud del primer mundo brindándose entusiastamente a las tareas de recuperación, ese hombre que mira y piensa, moviliza un mundo de cariño en su derredor.
Sus padres, Juan y Maru, gallegos de Fisterra (el fin del mundo antes del descubrimiento de América), sus dos hermanos, otros familiares, amigos y sus compañeros del Socialismo, uno de los cuales, todas las noches y desde el primer día, se suma a la guardia.
Las visitas son constantes. El registro incluye a Cristina y a Néstor Kirchner. Y al gobernador Daniel Scioli además de su jefe, Alberto Fernández, más de una vez, junto con socialistas de otras tendencias y dirigentes de otros partidos. El viernes, bajo la tormenta, lo hizo la arista Fabiana Ríos, la gobernadora de Tierra del Fuego. Todos con él y por él.
Por todo eso, Rivas quiere -y se lo va deletreando con sus gestos a Sandra- "agradecer toda la solidaridad y ayuda".
¿Cuál será la dimensión de su ánimo para enfrentar esta adversidad? Rivas se anticipa a lo que incluso puede ser una pregunta incómoda. Sandra vuelve a levantar su lámina-puente y Rivas a disponer. Se va formando una expresión.
-Poneme los dedos...-, pero lo que elegía al final era el sector de la tablita donde sólo había un puñado de consonantes. Hasta que quedó en claro que lo que estaba diciendo era "Poneme los dedos en V", símbolo por otra parte de socialistas y peronistas en diferentes tiempos, unos con el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y en apoyo de la Unión Democrática en el 46, y los otros como un grito por el retorno de Perón en los setenta.
Esa es su confianza en una recuperación que avanza día a día desde la inmovilidad total de un primer momento. Faltaba saberlo en otro plano.
-¿Jorge, tenés fe en este proceso histórico?, se le pregunta.
No necesitó la tablita ni la ayuda de Sandra. Levantó la cabeza, la movió hacia abajo tres veces y de ese modo dijo "si, si, si". Felices Pascuas, Jorge.
Nota Completa
Las que siguen a continuación son sus primeras declaraciones periodísticas desde aquella fatídica madrugada del 13 de noviembre, cuando fue asaltado y golpeado en la puerta de una farmacia cerca de su casa, en Temperley. Del otro lado de la cama de la concurrida habitación 320 del Instituto FLENI, en Escobar, el cronista va registrando lo que Rivas dice.
La tarea empezó así...
-¿La primera letra está acá?-, pregunta Sandra. Rivas asiente. Ella, después de otras, señala la E, él aprueba. Todo hasta componer esta frase:
-Es época de tolerancia y perseverancia, quien no entiende la época no entiende este tiempo...
-Qué ecuménico-, chicanea el cronista, que sabe del sentido del humor de su entrevistado. -Hermes Binner reparará sólo en la tolerancia y Néstor Kirchner en la perseverancia-, se le dice, en referencia al gobernador de Santa Fe y al ex presidente de la Nación.
Rivas ríe con una risa que parece de dolor y seguramente lo es porque una sonda lo molesta aunque no impide el diálogo.
Dos de sus grandes amigos están afuera de la habitación: el ex diputado Oscar González, secretario general del Partido Socialista, y Jorge Tula, un intelectual asesor del recordado Alfredo Bravo, aquel dirigente y legislador socialista, maestro temperamental a quien Rivas solía hacer bufar con alguna travesura.
Rivas está al tanto de lo que pasa porque lee los diarios y además por el propio González. En sus visitas, Tula le lee libros como "La crisis de la democracia", del italiano Mario Tronti. Es palpable el clima de serena alegría que flota en la habitación y trasciende por pasillos y ventanas que dan a un parque verde con árboles que parecen sonreír.
Un contagioso espectáculo de la vida. Lo contrario de aquella madrugada cuando Rivas por el golpe en su cabeza quedó tieso en la vereda. Lo contrario de cuando quedó solo bajo una intensa tormenta que en ese momento se desató. Cuando, abandonado, la Policía lo levantó y arrojó como a un muerto sobre una camioneta. Y cuando estuvo varias horas como un anónimo (le habían robado los documentos) en un hospital público donde lo rescataron de la muerte.
Ese hombre que hoy está allí en ese centro de salud del primer mundo brindándose entusiastamente a las tareas de recuperación, ese hombre que mira y piensa, moviliza un mundo de cariño en su derredor.
Sus padres, Juan y Maru, gallegos de Fisterra (el fin del mundo antes del descubrimiento de América), sus dos hermanos, otros familiares, amigos y sus compañeros del Socialismo, uno de los cuales, todas las noches y desde el primer día, se suma a la guardia.
Las visitas son constantes. El registro incluye a Cristina y a Néstor Kirchner. Y al gobernador Daniel Scioli además de su jefe, Alberto Fernández, más de una vez, junto con socialistas de otras tendencias y dirigentes de otros partidos. El viernes, bajo la tormenta, lo hizo la arista Fabiana Ríos, la gobernadora de Tierra del Fuego. Todos con él y por él.
Por todo eso, Rivas quiere -y se lo va deletreando con sus gestos a Sandra- "agradecer toda la solidaridad y ayuda".
¿Cuál será la dimensión de su ánimo para enfrentar esta adversidad? Rivas se anticipa a lo que incluso puede ser una pregunta incómoda. Sandra vuelve a levantar su lámina-puente y Rivas a disponer. Se va formando una expresión.
-Poneme los dedos...-, pero lo que elegía al final era el sector de la tablita donde sólo había un puñado de consonantes. Hasta que quedó en claro que lo que estaba diciendo era "Poneme los dedos en V", símbolo por otra parte de socialistas y peronistas en diferentes tiempos, unos con el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y en apoyo de la Unión Democrática en el 46, y los otros como un grito por el retorno de Perón en los setenta.
Esa es su confianza en una recuperación que avanza día a día desde la inmovilidad total de un primer momento. Faltaba saberlo en otro plano.
-¿Jorge, tenés fe en este proceso histórico?, se le pregunta.
No necesitó la tablita ni la ayuda de Sandra. Levantó la cabeza, la movió hacia abajo tres veces y de ese modo dijo "si, si, si". Felices Pascuas, Jorge.
"PARA UDS,QUERIDOS HERMANOS QUE NO CREEN EN MI":Uds,hijos mios son un matrimonio que sea conducido por el camino del pecado,han cometido los 10 pecados capitales y su argumento es expresar que no profesan la religion de la mayoria del pueblo argentino.Sin embargo les digo que aun estan a tiempo de redimirse y buscar su paz interior EN EL EXILIO.Aunque no crean en MI,ni en mi resurreccion,les digo:NO PERSIGAN MAS AL PUEBLO,NI A LOS MINUSVALIDOS!!Y aunque nunca hayan leido LA BIBLIA,les dejo una frase QUE SIEMPRE se hace realidad:"ASI COMO ME PERSIGUEN LOS PERSEGUIRAN" Firma:JESUCRISTO(al menos les suena mi nombre,no?)
ResponderBorrarQue susto... pense que eras colazo
ResponderBorrarCasi me muero tambien .... pense volvio el "mostro"
ResponderBorraryo fui a visitar a mi abuela, y.. la diferencia es que pague mi pasaje, digo porque no te quedas en buenos aires hasta que consigas algo, alquilate una casa,y volve con soluciones que prometiste en campaña.
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